Justo a tiempo para Halloween, algo espeluznante está sucediendo en el mercado de la energía: Coal está saliendo de la tumba para reclamar su antiguo asiento en la mesa.
Después de lo que todos asumimos que era una derrota segura a manos del gas natural barato y la energía renovable, el fantasma del pasado energético ha vuelto para perseguirnos una vez más.
En los Estados Unidos, el consumo de carbón superó los 1.100 millones de toneladas en 2007. Desde entonces, los medios de comunicación han estado impulsando la narrativa de la “muerte del carbón”.
Y dado que el carbón estaba disminuyendo ante nuestros ojos, nadie lo cuestionó. Aproximadamente en esta misma época el año pasado, los precios se hundieron tan bajo como $ 45 por tonelada métrica.
En el mercado actual, esa misma tonelada de carbón le costará alrededor de $ 250. No hemos visto los precios dispararse como este en más de una década.
Entre coros de “Te lo dije”, algunos inversores más cautelosos señalarán que el carbón nunca estuvo realmente muerto. Solo estaba hibernando, esperando pacientemente a que el mundo regresará arrastrándose, y nosotros lo hicimos.
En este punto, es justo decir que el mundo colectivamente mordió un poco más de lo que podía masticar. El gas natural barato y la financiación interminable para las energías renovables arrullaron a las empresas de servicios públicos con una falsa sensación de seguridad.
Ahora que algunos continentes como Europa y Asia han visto subir los precios del gas en más del 500%, las compañías eléctricas están luchando para mantener las luces encendidas por todos los medios necesarios. Y a esta escala, sus preciosas energías renovables no serán suficientes.
Este vacío energético está reviviendo el carbón y devolviéndolo al mercado. Va a estar sucio, pero hay una oportunidad de inversión en oro sólido enterrada entre los escombros: si los productores estadounidenses pueden lograr acuerdos con algunos de los países más afectados, podrían duplicar las exportaciones totales de la nación.
El carbón no ha sido tan prometedor desde la Revolución Industrial
La escasez de energía en todo el mundo está obligando a naciones desesperadas a abandonar sus promesas climáticas en favor de mantener a la gente caliente este invierno.
Y para ser justos, todos sabían que el débil compromiso de China con la energía verde sería el segundo lugar después del crecimiento económico.
En general, no puedo decir que esté sorprendido. Al final del día, la gente necesita energía. Y lo obtendrán de la fuente más barata posible a menos que se vean obligados a hacer lo contrario.
Dicho esto, la voluntad de algunos gobiernos de volver directamente a la energía del carbón sigue siendo algo divertida.
Ahora, es injusto de mi parte echar toda la culpa a los pies del movimiento de energía verde . Los ambientalistas bien intencionados no son totalmente culpables aquí. En todo caso, la adicción del mundo al gas natural barato está detrás del efecto dominó de la escasez que estamos viendo.
El papel principal de la energía verde en este drama fue convencer al público de que las energías renovables y el gas natural eran más que suficientes para el mundo. Con eso en mente, comenzamos a cerrar plantas de carbón bajo el supuesto de que las cosas seguirían igual.
Si los últimos años nos han enseñado algo, es que las suposiciones pueden ser mortales.
Por ejemplo, mire este gráfico. Muestra los incrementos de precio de cada tipo de energía en los últimos meses. Si hubiera asumido que nos esperaba otro año de precios de la gasolina baratos en marzo, estaría en un invierno largo y frío.
Los inversores bajistas se están dando palmaditas en la espalda por este. Mientras que el resto del mundo pensaba que la revolución de la energía verde estaba a la vuelta de la esquina, otros la vieron por lo que era: ilusiones.
Los mineros estadounidenses necesitan aprovechar esta oportunidad
La perspectiva a corto plazo de la EIA le dice todo lo que necesita saber:
Para fines de 2021, se espera que Estados Unidos queme 588 millones de toneladas cortas (MMst) de carbón. Eso es un aumento constante del 10% con respecto a 2020.
De cara al 2022, las previsiones apuntan a otro salto del 10% en el consumo. Y casi todo se dirigirá directamente a las plantas de energía para almacenarlo para el próximo invierno.
Pero si el carbón está resurgiendo, Estados Unidos definitivamente se quedará con una parte. Y los mineros de carbón nacionales acaban de tener uno de los momentos más afortunados que han visto en años.
A pesar del compromiso de Trump con el “virus de China”, fue Australia quien asumió la culpa de plantear preocupaciones sobre el papel de China en el COVID-19. Entonces, a cambio, China cerró por completo sus importaciones de carbón australiano.
Millones de toneladas siguen ocupando espacio en los almacenes a lo largo de la costa de China, congeladas hasta que la aduana decida qué hacer con ellas.
Estados Unidos está prácticamente babeando ante la oportunidad de convertirse en la conexión de carbón de China. Después de informar casi cero exportaciones de carbón el año pasado, EE. UU. Está considerando una venta con descuento en proceso. Los mineros estadounidenses enviaron 156 millones de toneladas sólo en junio pasado, 28 millones de las cuales fueron directamente a China.
No se puede negar ahora: Coal está regresando y trae consigo una severa advertencia sobre poner demasiados huevos en una canasta. Los suministros de gas natural dependen en gran medida de las cadenas de suministro internacionales y las energías renovables están limitadas por la inconsistencia.
No preparar una copia de seguridad para cuando los precios del gas se disparen y el viento deje de soplar significa que el mundo no tiene más remedio que volver al carbón.
A tu riqueza.
Luke Sweeney
Colaborador, Energía y Capital
